jueves, 30 de abril de 2015

TEXTILERÍA DE LA CULTURA TIAHUANACO


TEXTILERÍA DE LA CULTURA TIAHUANACO

Desgraciadamente no se ha conservado ninguna muestra de tejidos antiguos, perdidos a causa de las lluvias, frecuentes en el Altiplano. Los magníficos tapices y los mantos pintados, que se encontraron en las tumbas del litoral, deben pertenecer casi todos ellos a una fase tardía de la cultura Tiahuanaco. Conozco como única muestra de tejido equiparable al estilo clásico de la cerámica de Tiahuanaco. Por desgracia se desconoce su procedencia. Las figuras de la Puerta del Sol pueden reconocerse en otros tejidos pero casi siempre se reducen a partes aisladas, estilizadas; esto puede deberse a las exigencias de la técnica textil, aunque casi siempre se busca intencionadamente la abstracción Agricultura Las difíciles condiciones geográficas y climáticas colindantes a la zona del Titicaca obligaron a que los pobladores de Tiahuanaco desarrollaran una serie de técnicas y tecnologías que les permitieran no sólo una supervivencia, sino la posibilidad de desarrollarse y consolidar una cultura por más de un milenio.
Acueductos, sistemas de canales, diques y campos elevados son las técnicas utilizadas en la zona de Koani. Los campos elevados, llamados camellones o waru-waru, son plataformas artificiales rodeadas por canales que alcanzan alturas de 1.50 m. por 20 m. de ancho y hasta 100 m. de largo. El agua que las rodeaba capturaba la energía solar durante el día y la liberaba en la noche, creando un efecto térmico que protegía a los cultivos. Otro método utilizado fue el de las cochas o lagunas artificiales de forma rectangular u ovalada, que creaban un clima favorable para sembrar tubérculos, ollucos, tarwi, habas, oca, quinua, entro otros.
Estas técnicas permitieron que el vertiginoso desarrollo de la tradición Tiahuanaco fuera posible, abasteciendo a grandes centros poblados y, luego, logrando complementar su producción gracias a la expansión y sistemas de distribución. Inclusive el Tiahuanaco consiguió excedentes agrícolas que, bajo la batuta del Estado, dieron sustento a una naciente burocracia. Ganadería Si bien la agricultura les permitió desarrollarse, fue la ganadería la real fuente de riqueza del Tiahuanaco, integrando ambos sistemas productivos. Ello se ve en los grandes rebaños que manejaba esta cultura, y la manufactura de sus fibras, que llegaron a ser de gran calidad y les permitió incluirlos en el complejo de intercambios que se realizaban con otras culturas. Esos tapices polícromos fueron una muestra de poder y un medio de difusión ideológica que utilizaron los Tiahuanaco con sus aliados comerciales.
Variantes de la cultura Tiahuanaco
No puede hablarse de un estilo unitario sino de diferentes estilos emparentados entre sí que, de algún modo, poseen todos ellos elementos característicos de Tiahuanaco. Las famosas ruinas del Altiplano, cuyo misterioso origen tantos quebraderos de cabeza viene provocando, no fueron seguramente el único centro de la cultura de Tiahuanaco, ni el único foco desde el cual se propagó dicha cultura en todas direcciones. Muchos investigadores consideran como punto de partida de una expansión cultural otras ruinas menos conocidas situadas al Norte del Lago Titicaca, a considerable distancia del mismo. Allí, en los alrededores de la localidad de Huari, cerca de Ayacucho, se encuentran fosas de piedra profundas y rodeadas de losas talladas con gran habilidad, típicas del estilo Tiahuanaco, junto a murallas de grandes rocas. Existe un parentesco muy lejano entre las estatuas de piedra de Huari y la escultura clásica de Tiahuanaco. Por el contrario la cerámica policromada de Huari muestra un claro paralelismo con el estilo de los valles de Nazca, derivado de Tiahuanaco. Es posible que algunas provincias de la costa peruana fueran en efecto influenciadas por nuevas ideas religiosas procedentes de Huari, reflejadas en el estilo de la cerámica; mientras que del propio Tiahuanaco partieron corrientes de una cultura superior hacia regiones meridionales, como el Departamento de Arequipa en el Sur del Perú, hacia el Norte de Chile y algunas provincias de Bolivia. Tampoco hay que excluir la posibilidad de que las corrientes culturales del Altiplano boliviano influyeran directamente sobre la Sierra, hacia el centro y el Norte del Perú. Parece ser que en Bolivia, donde se encuentran los mayores yacimientos de Estaño, se descubrió la aleación estaño-cobre; así lo admiten la mayoría de los autores. Desde allí se extendería la fundición del bronce en todas direcciones. No obstante, las áncoras, que se aplicaban a la arquitectura de Tiahuanaco, se componen casi siempre de cobre puro. El problema de Tiahuanaco es uno de los más complejos de toda la arqueología andina, y no se ha dado aún una solución bien fundamentada a muchas de las cuestiones que plantea. Es muy codiciada por los museos y coleccionistas una cerámica que, hasta ahora, se ha encontrado en un solo lugar y en cantidad muy escasa. Hasta el momento se han descubierto poquísimos recipientes completos de este estilo especial emparentado con el de Tiahuanaco. El lugar de donde procede se llama Pucará y se encuentra en territorio peruano, al Noroeste del lago Titicaca, aproximadamente a la misma altura que Tiahuanaco. No puede comprenderse por qué motivos se ha dicho que el estilo de la cerámica de Pucará es un precedente del estilo clásico de Tiahuanaco. No disponemos por desgracia de fechas estratigráficas, pero el parentesco con Tiahuanaco no aparece, en mi opinión, por ningún lado. La cerámica de Pucará se distingue por gruesas capas de color negro y amarillo sobre fondo rojo oscuro. Las zonas coloreadas tienen los contornos incisos como en el primer estilo de Paracas. Son características de esta decoración las cabezas de animales en posición frontal, que resaltan de manera muy plástica en los fragmentos encontrados. Las zonas próximas a los bordes están decoradas a menudo con ornamentaciones en ángulos o perfiles de rostros humanos. La palabra "Pucará" significa fortaleza, aunque en el lugar en que se encontró la cerámica no hay indicios de fortificaciones. A la sombra de una pared rocosa, muy abrupta, debió existir un templo; así lo atestiguan de manera inconfundible los cimientos de los muros. En el centro del complejo de edificaciones había un patio interior. También se encontraron en Pucará estatuas de piedra de un estilo propio; aunque no puede negarse su parentesco con las dos figuras arrodilladas de Tiahuanaco. Nos afirmamos cada vez más en la idea de que no se ha prestado la atención suficiente a la posible existencia de distintos talleres, cuando se estudia el arte del Perú precolombino. El estilo de Pucará no es de ningún modo más primitivo que el de Tiahuanaco; su cerámica no posee evidentemente una forma primitiva. Los restos y fragmentos descubiertos por Bennett en una colina habitada, situada en la orilla meridional del lago, lo demuestra palpablemente. "Chiripas" es el nombre de la antigua residencia de los señores españoles; en ella apareció un nuevo estilo que se caracteriza por el empleo de dos únicos colores, el rojo y un amarillo difuso. En contraste con las vasijas de Pucará aparece junto a la decoración con contornos incisos, la simple pintura de los mismos. Los descubrimientos estratigráficos sólo demostraron que el estilo de Chiripa es anterior al Tiahuanaco expansivo. Sin duda se descubrirán otras derivaciones del estilo de Tiahuanaco cuando se efectúen excavaciones más intensas en la cuenca del lago y en otros lugares de la montaña peruana. El reinado de los dioses de Tiahuanaco debió extenderse durante varios siglos a amplios sectores del país de los incas; al Sur, desde Bolivia hasta el Norte de Chile y Noroeste de Argentina; y al Norte hasta las provincias más septentrionales del Perú. Posiblemente siguieron manteniendo su poder en el Altiplano durante la época incaica. A fines del siglo IX, a juzgar por la iconografía de los vasos cerámicos y por los dibujos de los tejidos, existían pueblos y grupos únicos muy distantes, que tenían la misma religión. En cuanto a los sistemas políticos es muy difícil conocerlos y estudiarlos, por la gran mezcla de pueblos y razas. A pesar de la comunidad de religión, parece haber reinado un gran desorden en el aspecto político, que se traduce en la ausencia de grandes construcciones y en la pérdida de las instalaciones de regadío en la región litoral. Los tejidos de riquísimo colorido se cuentan entre las más bellas manifestaciones artísticas que nos han legado los artesanos indios; en los tapices con decoración abstracta, se ocultan en realidad los elementos típicos de Tiahuanaco. Por lo que respecta a las artes menores hay que destacar los amuletos y objetos de culto; incrustaciones de conchas de diversos colores, oro y turquesa sobre maderas preciosas, cuerno o hueso; artísticos recipientes para polvo de cal, que se usaban en las ceremonias donde se masticaba la coca; coronas de cuatro puntas con signos sagrados, para el culto de algún rito misterioso, y otros objetos de considerable belleza.
LA COSMOLOGÍA DE LOS TEMPLOS TIAHUANACO
Sólo recientemente han llegado hasta la imprenta descripciones del núcleo ceremonial de Tiahuanaco. Todo el complejo ceremonial de Tiahuanaco se halla rodeado por un foso cuyo propósito, por utilizar las palabras de Alan Kolata, fue el de evocar la imagen del núcleo de la ciudad como una "isla", es decir, el de separar el mundo ordinario y cotidiano del "espacio y tiempo de lo sagrado". Eliade ha documentado esta misma utilización simbólica en el Viejo Mundo, así como en el mundus romano o foso circular, que "constituyó el punto donde se encontraban las regiones bajas y el mundo terrestre". El propósito de tales cercos era el de crear el espacio sagrado dentro del cual pudiera construirse el templo o modelo del cosmos, es decir, la zona donde se cruzaban los mundos terrestre superior (divino) y subterráneo. Como hemos visto en la explicación de Eliade, el simbolismo central de tales estructuras de templos era el de la montaña cósmica que representaba el ombligo de la Tierra que conectaba las tres regiones.
La estructura dominante del centro sagrado de Tiahuanaco era la Akapana, una pirámide truncada de más de unos diecisiete metros de altura, llamada por Kolata "la montaña sagrada de Tiwanacu". La pirámide Akapana tenía siete niveles. El número siete, como ya se ha indicado, aparece asociado con el "padre cielo", que equivale al uso de las coordenadas polar y ecuatorial, expresadas mediante referencia a las direcciones cardinales. El antiguo sistema aymará de orientación tenía siete direcciones, empleando cuatro direcciones cardinales junto con el centro y el nadir. La Akapana está orientada en las direcciones cardinales. La misma idea encontramos en la relación entre el contiguo complejo de estructuras llamado el templo Semisubterráneo y el Kalasaya. Aparecen trazados a lo largo de un eje este-oeste, que habla de los puntos de salida y puesta del Sol en los equinoccios, cuando el Sol cruza el ecuador celeste. Las estrellas que van hacia arriba y hacia el oeste desde el templo Semisubterráneo hasta el nivel del suelo conducen directamente a una segunda escalera que se eleva en los recintos situados por encima de la planta baja del Kalasaya, donde la estatua monolítica de un dios ( la llamada Estela Ponce) miraba hacia el este, de espaldas al templo Semisubterráneo.
La configuración mental de la línea del equinoccio como una escalera no hace pensar inmediatamente en la constelación andina chacana (escalera), las tres estrellas del Cinturón de Orión, que están sobre el ecuador celeste.
Estas estructuras relacionadas axialmente también se relacionan con la cosmología religiosa asociada con el mito de emergencia surgido en el Titicaca. Como ya hemos visto, en el simbolismo arquitectónico celeste, el suelo de la casa, que representa el trópico meridional debería estar, estrictamente hablando, por debajo de la planta baja, así que ésta represente el ecuador celeste. Tal como indica su nombre, el templo Semisubterráneo fue construido a unos dos metros por debajo del nivel de la planta baja, abierto al aire. En consecuencia y nuevamente en términos estrictos, el subterráneo tenía que representar el trópico meridional y el acceso a la tierra de los muertos. (Del mismo modo, se decía que el suelo del patio del juego de pelota de Quiché descansaba sobre el tejado de la casa de los señores del inframundo.) Concuerda con esta interpretación el hecho de que las huacas de linaje de las tribus agrícolas que participan de la esfera de influencia tiahuanacano se encontraron hundidas en el suelo del templo Semisubterráneo. En medio de esta disposición, una segunda estela, llamada la Estela Bennett, que contiene una compleja información relativa al año agrícola, miraba hacia el oeste (la dirección celeste asociada con la Luna, la noche, la lluvia y la muerte), de espaldas a la Estela Ponce, en el recinto elevado del Kalasaya. Y, a la inversa, la Estela Ponce, por encima del Kalasaya, dominaba una vista del horizonte oriental.
Un segundo patio hundido más pequeño aparecía situado en lo alto del séptimo nivel de la pirámide Akapana. Lo mismo que con el modelo del Viejo Mundo, en el que lo alto de la montaña del templo sagrado representa el "ombligo de la Tierra", el patio hundido de Akapana era, simbólicamente hablando, un omphalos. Este patio hundido fue trazado en forma de una plaza sobrepuesta a una cruz griega (ver abajo derecha). La cruz, que representa las direcciones cardinales y está orientada hacia ellas (y por lo tanto hace referencia a las coordinadas polar y ecuatorial) representa el ámbito celeste, o padre cielo. La plaza, tal como ya hemos encontrado en la forma de las maras cuadrangulares, o piedras de amolar "femeninas" (que toman su nombre de la palabra aymará que significa "año"), marcan en sus esquinas los puntos cardinales que representan los lugares de salida y puesta de los soles solsticiales, es decir, los parámetros de la "tierra celeste" según vienen determinados por el plano eclíptico. Si conectamos las esquinas, se forma las diagonales, y la X marca el lugar, el centro, el ombligo de la diosa tierra. Este simbolismo ya se ha observado en el unanacha de Viracocha en el diagrama de Pachacuti Yamqui, situado como está por encima de la cruz intercardinal, designada como femenina, que encontramos por debajo; y, también, precisamente este mismo simbolismo se encuentra entre los quiché, donde el Dios-Siete, representado jeroglíficamente como Osa Mayor y Orión, aparece trazado sobre el ombligo de la Diosa tierra.
Una segunda característica singular del patio hundido de Akapana sólo ha sido descubierta recientemente. Este patio sirvió como un dispositivo de recogida del agua de lluvia, y estaba conectado con un sistema de drenajes que vertían el agua fuera de los muros verticales de cada nivel, que llevaban el agua horizontalmente por debajo de la superficie de cada tramo y luego la vertían de nuevo, haciéndola caer así en cascada por todos los niveles de la pirámide.
Así pues, los constructores de Tiahuanaco construyeron una "montaña llena de agua" a la vista de un lago y de una isla llamados Titicaca, o "Acantilado del León", donde el agua brotaba desde un acantilado y cuya jeroglífica en México (una montaña con colmillos y una cueva en la base) representaba el pueblo, alteptl, que significaba literalmente "montaña llena de agua". Y como cualquier verdadera montaña cósmica, la Akapana reciclaba también las aguas de la vida espiritual, cuyo nacimiento se encontraba en lo alto de la montaña cósmica, en el solsticio de junio, en el ámbito de la Vía Láctea.
ACTIVIDAD ECONÓMICA TIAHUANACO
 GANADERÍA
La abundancia de pastos naturales facilito la crianza masiva de camélidos andinos. Esta condición impidió la agricultura intensiva, aunque utilizaron ingeniosas técnicas similares a los andenes incaicos para cultivar papa y quinua en las zonas más altas. La mayoría de productos los obtenían a través de una ingeniosa red comercial conocido como trueque (intercambio) entre los pueblos y regiones con los que establecieron contacto con estas comunidades, especialmente las del medio marítimo del norte de Chile y Perú, llevaron productos deshidratados como chuño (papa) y el charqui (carne de auquénido) que pudieron ser conservadas por mucho tiempo gracias al frío clima del antillano.

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